martes, 23 de octubre de 2012

Palacio de las Cortes

En el año 2009 durante las obras de acondicionamiento de la Plaza de Las Cortes, se halló una cápsula del tiempo debajo de la estatua de Miguel de Cervantes fechada en 1834. En el cofre de plomo se encontraron entre otros objetos cinco tomos de El Quijote, el Estatuto Real de Las Cortes y una biografía del guerrillero liberal Xavier Mina. Un guerrillero navarro que luchó primero por la independencia de España contra los franceses y luego viendo como Fernando VII abolió la constitución y persiguió a los liberales, organizó la lucha junto a otros liberales españoles, italianos e ingleses por la independencia de México, aunque él proclamó que combatía contra el rey de España.

El pasado viernes me senté sobre la base octogonal de granito donde se encontró la cápsula liberal del tiempo con la intención de dibujar el Palacio de Las Cortes que alberga al Congreso de los Diputados, que como todo el mundo sabe, es el órgano constitucional que representa al pueblo español.

Era una tarde fea y desapacible. La frialdad y dureza del granito coinciden con la valoración que tiene el pueblo español de sus políticos según el último barómetro del CIS. Los datos del INE no hacen más que confirmar la deriva de la economía. Unos tremendos nubarrones cubrían el cielo de Madrid y amenazaban con estropearme el dibujo. Así que me despedí de Don Miguel y sus cápsulas liberales y me fui a buscar el verdadero calor del pueblo español. Y lo encontré muy cerquita, en la calle del Prado ¡En una cantina, claro!... la del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Mientras entraba en calor y retocaba el dibujo escuché desde otra mesa una tertulia muy interesante.


jueves, 4 de octubre de 2012

Callao desde la ventana del Starbucks

Starbucks es una especie de piñabar donde regalan vasos de cartón con tapadera y un palito de madera si te atreves a pedir algo. Recuerdo cuando de niño jugaba a preparar pócimas. No era tan estúpido como para bebérmelas. Ahora a mis 40 y tantos me bebo hasta el agua de los floreros.

Vamos a ver… si entras en cualquier cafetería del centro de Madrid y pides un café con leche descafeinado con hielo, con té, tila, limón, nata montada, canela, fanta de naranja, un vaso de plástico y un palito para moverlo, como mínimo llaman al Samur o a la poli.

Sin embargo entras en este sitio y pides lo primero que leas en el cartelito sin ningún sentido, por ejemplo Tai mocha frappuccino jasmine orange, así de carrerilla… y rápidamente escriben tu nombre en el vaso de cartón. Y no me extraña porque no hay otra persona en el mundo que sea capaz de beberse la porquería que acabas de pedir.

Pues eso es lo que hice cuando entré en este sitio con la única intención de subir a la primera planta y sentarme frente a la maravillosa ventana para poder dibujar la plaza de Callao.  Según Ana Rojo la tapa viene muy bien porque ella mojó sin querer el pincel en el café... ¿sería el suyo? Ahora entiendo lo del nombre en el vaso.


lunes, 1 de octubre de 2012

Lugares de la infancia

Mis recuerdos infantiles viven en estas rocas. Los recuerdos más claros están cristalizados como el cuarzo incrustado en la propia piedra. Los recuerdos menos nítidos resbalan por el musgo y se aferran a las ramas de robles y castaños agitados por la brisa del valle. Se quedaron aquí jugando para siempre.

Recuerdo el olor a tierra húmeda del musgo. Me encantaba tumbarme y sentir la piedra caliente por el sol y el frío que mantenía durante todo el día el granito en las zonas azules de umbría.

Mi hermano y yo éramos apaches rebeldes que vivíamos en las rocas y teníamos poderes mágicos. Podíamos adivinar cuando iba a llover o esperar inmóviles horas hasta que un lagarto asomase su cabeza verde por alguna grieta. Desde la roca más alta oteábamos el valle como águilas, vigilando un espacio de miles de hectáreas.

Ahora mis hijas y mis sobrinos suben a jugar a las piedras pero no tienen poderes. No entienden el lenguaje de las rocas porque no han dejado que la energía atraviese sus átomos y células.  Deberían probar, solo hay que subirse a las rocas y dejar que el agua del musgo, el granito, el sol y el viento te abracen el alma...